Vitiligo: Síntomas, diagnóstico y tratamiento


El vitiligo es una enfermedad crónica de la piel que se caracteriza por la aparición de manchas blancas en diferentes partes del cuerpo. Estas manchas son el resultado de la pérdida de melanocitos, las células encargadas de producir el pigmento que da color a la piel. Aunque el vitiligo no representa un riesgo para la salud física, puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes lo padecen, ya que las manchas pueden ser estigmatizantes y afectar la autoestima.

Síntomas de la enfermedad

El síntoma más evidente del vitiligo son las manchas blancas en la piel. Estas manchas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, pero son más comunes en áreas expuestas al sol, como la cara, las manos, los pies y los brazos. En algunos casos, las manchas pueden agrandarse y unirse, formando áreas más grandes de piel blanca. Además de las manchas, algunas personas con vitiligo pueden experimentar picazón, sensibilidad al sol o cambios en el color del cabello y las cejas.

Diagnóstico de la enfermedad

El diagnóstico del vitiligo se basa principalmente en la apariencia de las manchas en la piel. El médico realizará un examen físico y puede utilizar una lámpara de Wood, que emite luz ultravioleta, para observar con mayor claridad las áreas afectadas. En algunos casos, puede ser necesario realizar una biopsia de piel para descartar otras enfermedades de la piel. Además, el médico puede solicitar pruebas de sangre para descartar otras enfermedades autoinmunes que pueden estar relacionadas con el vitiligo.

Tratamiento de la enfermedad

Si bien no existe una cura definitiva para el vitiligo, existen diferentes opciones de tratamiento que pueden ayudar a mejorar la apariencia de la piel y controlar la propagación de las manchas. Uno de los tratamientos más comunes es el uso de medicamentos tópicos, como corticosteroides y calcineurina. Estos medicamentos se aplican directamente sobre las manchas y pueden ayudar a restaurar el color de la piel. También se pueden utilizar tratamientos con luz ultravioleta, como la terapia PUVA, que combina la exposición a la luz ultravioleta con la administración de un medicamento fotosensibilizante. En casos más graves, se puede considerar la cirugía de injerto de piel o la despigmentación total de la piel.

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